ALICIA EN LAS CIUDADES
UN ARTE SENCILLO Y ALGUNOS RECOVECOS Las ciudades, las casas y los cuerpos. Las cosas pendientes e inpendientes, la vida, lo liminal, el borde, hasta dónde llegamos, qué nos encontramos después, qué nos importa. Los proyectos que se muestran en este espacio trazan la deriva de lo propio hacia lo ajeno que también es propio, ya que todo lo que nos pertenece nos pertenece porque lo habitamos y porque en verdad nada es ajeno ni nos es ajeno. Esos todos conforman nuestro mundo, pero lo que sea parte siempre de nosotros, de nuestros cuerpos. La importancia del cuerpo más allá de una idea sublime o vulgar está en que es lo único que tenemos. Una idea simple. Aquí trabajamos desde casa, podría decirse, desde lo propio, desde un art from home que nos lleva a la alteración cotidiana por el hecho de considerarla práctica artística. Nada deja de ser cotidianidad, nada deja de ser vital, diario, materias que suben y bajan con nosotros, pero así es evidente, dejamos constancia del pálpito.En realidad es todo muy sencillo porque partimos de un arte sencillo, que diría Valcárcel Medina. Lo importante es darse cuenta y Alicia ha caído en esa cuenta y lo lleva a cabo. Y eso es muy importante, tanto como que lo hace desde su propio tiempo (desde su hoy), que no son los hoys ni los tiempos de otros sino los suyos. Eso en sí es maravilloso.
El arte no se produce, el arte sucede y Alicia capta el suceso, la deriva el traslado de las cosas y su desgaste (como la vida) por el camino, desgastando las cosas que luego se transforman en otras y así. Trasladando. El arte es un traslado de cosas, ideas y sensaciones. Alicia está on the road, en los caminos del traslado. Eso en sí es maravilloso. Un arte que se hace a medida que se vive, como todo el mundo vivimos, con las cosas con las que nos relacionamos a diario, que son las mismas con las que se relaciona todo el mundo. Un arte que nace de nosotros, de lo físico (que nos guste o no, insisto, es lo único que nos mantiene vivos y expectantes ante la vida).
Un arte que surge de la perplejidad de estar vivo, de sentir que nuestra materia prima de trabajo son los pelos que se caen, las camas que se manchan, nuestras fisiologías públicas y privadas, las camas, los baños, las casas, las ciudades, los cuerpos, los espacios comunes que son públicos y los colectivos que son privados, todo ampliado (como sucede en el trabajo de Alicia) en el instante del artista, en los ahoras, los hoys, de cualquier persona. Siempre se habla de la edad. Yo no hago caso a eso, un cliché más. El arte no es edad sino un continuo transitar en el tiempo sin discontinuidad posible. Sin tiempo de pararse. Todo siempre a la deriva, en el camino. Como Alicia, como las ciudades, como los jabones, como los cuerpo. Rubén Barroso.
